Recuerdo el día que mamá cocinaba y mientras poníamos la mesa le enseñábamos a bailar los juegos y cánticos de la escuela a papá.
Después de un rato de sobremesa sorprendimos a mis padres diciendo que queríamos otro hermano antes de seguir creciendo, así podríamos enseñarle a él nuestros juegos.
Había que convencerlos ya que éramos tres niños de seis, ocho y diez años, todos crecidos y durante muchos años mi madre luchó con pañales, biberones y demás cosas de la crianza de los primeros años, pero cuando creía terminar ya estaba naciendo otro hijo.
Siempre dedicó su vida a nuestros cuidados y ese día, después de nuestro pedido de tener otro hermano, después de prometer que la ayudaríamos y querríamos mucho a mi nuevo hermano, decidió junto a mi padre que seguiría dedicada a nosotros y uno más ¿por que no? se preguntó, si toda su vida había soñado con su gran familia y decía que Dios la había puesto aquí por algún propósito y ese propósito era velar por nosotros y procurar que fuéramos felices.
Casi pasado el año ya éramos cuatro y no fue “él hermano”fue ella, ella sí, mi juguete preferido, mi muñeca de verdad, fue la noticia más linda que había recibido en mi corta edad, el nacimiento de mi hermana menor a quien hoy veo hecha una mujer de bien y me da orgullo decir que es mi hermana.
Después de un rato de sobremesa sorprendimos a mis padres diciendo que queríamos otro hermano antes de seguir creciendo, así podríamos enseñarle a él nuestros juegos.
Había que convencerlos ya que éramos tres niños de seis, ocho y diez años, todos crecidos y durante muchos años mi madre luchó con pañales, biberones y demás cosas de la crianza de los primeros años, pero cuando creía terminar ya estaba naciendo otro hijo.
Siempre dedicó su vida a nuestros cuidados y ese día, después de nuestro pedido de tener otro hermano, después de prometer que la ayudaríamos y querríamos mucho a mi nuevo hermano, decidió junto a mi padre que seguiría dedicada a nosotros y uno más ¿por que no? se preguntó, si toda su vida había soñado con su gran familia y decía que Dios la había puesto aquí por algún propósito y ese propósito era velar por nosotros y procurar que fuéramos felices.
Casi pasado el año ya éramos cuatro y no fue “él hermano”fue ella, ella sí, mi juguete preferido, mi muñeca de verdad, fue la noticia más linda que había recibido en mi corta edad, el nacimiento de mi hermana menor a quien hoy veo hecha una mujer de bien y me da orgullo decir que es mi hermana.
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